Ésta soy yo hablando conmigo misma. Si ahora mismo estás leyendo mis pensamientos, debes tener en cuenta que no son más que eso, ideas exclusivas de mi cabeza, que tienen su reflejo aquí. No intento comunicar nada al mundo, así que no hace falta que te preocupes por hacerlo tú tampoco.
Y sin nada más que decir, te doy la bienvenida a mis complicadas reflexiones. No te asustes si no me entiendes. Me ha pasado más veces.

sábado, 8 de octubre de 2011

And other days I'm just a lucky bug

Mientras caminas por la calle, si no vas con alguien más, normalmente te dedicas a observar todo lo que te rodea. A mí me encanta andar sola, sobre todo sin música, ni nada que me distraiga de la explosión de caras, sitios, emociones y pensamientos que vuelan nada más poner un pie en la calle. Es una sensación de formar parte del mundo, de ser consciente de tu pequeñez dentro de él, que provoca que preste una atención especial a todos los detalles que suelen pasar desapercibidos.


Intentando no llegar demasiado tarde a coger el metro, pero sin demasiada prisa, me he fijado en un niño de unos tres años que iba a una distancia suficientemente prudente de su madre como para no perderla, pero dejando espacio entre ellos, posiblemente por lo embebido que se encontraba en lo que estaba haciendo. Recorriendo la acera junto a los setos había un mullido camino de hojas secas por el que él se dedicaba a arrastrar sus pies, levantándolas del suelo y haciendo que sonaran con ese crujido otoñal y melancólico que obliga a sonreír, aunque no quieras. Me he sentido indeciblemente mayor al caer en el hecho de que yo ni siquiera había visto la cantidad de hojas que había en el suelo. ¿Tan rápido he crecido, que ya no me llaman la atención las cosas que antes lo hacían? Y al llamarle su madre para cambiar de rumbo, teniendo que abandonar la indescriptible diversión de que estaba disfrutando, he podido ser testigo de la sonrisa que le ha dedicado él queriendo transmitirle lo bien que se lo había pasado en ese rato. Era como una sonrisa de agradecimiento al mundo por haberle regalado esos minutos de felicidad absoluta. Y he caído en la razón por la cual ya no soy pequeña, y es que yo ya no sé encontrar esa completa felicidad en algo tan simpe y sin importancia. Él todavía sí.

Es evidente que crezco, y he crecido, y seguiré creciendo, pero si hay algo a lo que no quiero renunciar definitivamente es la capacidad de encontrar la felicidad allí donde sea posible. Como - me he dado cuenta mientras continuaba andando - tras observar la sonrisa de ese niño. Es bonito ir andando por Madrid, con solecito y buen tiempo, un sábado por la mañana, pensando estas cosas, tarareando Honey and the bee en mis pensamientos, que son el mejor reproductor de música del mundo. Unos pensamientos que cada vez me hacían ir más absorta, y una canción que se encontraba en el punto justo de conocimiento, el cual se traduce en saberse algunas partes, y en desorden, con lo cual una canción de tres minutos puede durar hasta media hora en mi cabeza, tarareando y repitiendo fragmentos de la forma más absurda y bonita posible.

Luego seguir andando, mirando a todo el mundo a los ojos, y sonriendo con los tuyos, feliz de existir en este preciso momento, aquí, ahora.


There's something about you that makes me feel alive

Bienvenus

Siempre he pensado que mi vida tenía cierto carácter de novela, serie, cómic o epopeya griega, dependiendo de la situación. Demasiados momentos muy especiales, inauditos o, simplemente, inesperados, que no deberían caer en el olvido. Intentar retener todos los recuerdos en la mente es como tratar de evitar que el agua se escurra entre los dedos, inútil y desesperante; por ello tratamos de inmortalizarlos mediantes fotos, cartas, vídeos, calendarios... y, la profesionalidad personificada del almacenamiento de recuerdos: el diario.

Dado mi estrepitoso fracaso en el plan A) El diario, he decidido tirar por el plan B) El blog. Y veremos cómo marcha.

Así que aquí estoy, dispuesta a compartir mis pensamientos con el mundo. Más extensamente que en twitter, eso seguro.